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Las mujeres en tu vida

Las mujeres en tu vida

…Algunas mujeres de tu clan

Si tienes a tu abuela en vida
atesórala, el tiempo pasa de prisa y tus momentos con ella se acortan.
Acuéstate a su lado, bésala, abrázala. Llévala al cine o por un café. Háblale de ti para que ella hable de su vida. Tantas historias y secretos que está dispuesta a contarte para aligerar su equipaje en este último tramo.
Y esas historias… son tesoros para ti y para tus hijas. Te aclaran, te ordenan, te ayudan a conocerte, a quererte y a entender al clan de las mujeres de tu familia.

Si tienes a tu madre en vida, hónrala, agradécele la vida todos los días, reconoce tantos dones que te ha heredado, perdónate por creer que la tenías que perdonar, ella ha sido la mejor mamá que ha podido, con las herramientas, pocas o muchas, que ella misma adquirió de su propia madre. Obsérvala, abrázala, huele su cuello, el olor de mamá nunca se olvida.
Agradece cuando te ayuda con tus hijos, no es su responsabilidad, ella ya cuidó a los suyos. Recibe como un regalo todo lo demás que te da aparte de haberte dado el gran don de la vida.

Si tienes a tu hermana en vida comparte, viaja, ríe, pelea y resuelve. Eso hacen las hermanas, dan la pauta para ser pareja, si la supiste hacer con ella tendrás algunas herramientas para hacerla con el.
Tu hermana(o) es tu primer pareja en la jerarquía de la familia, tu mejor maestra(o) para aprender a relacionarte y a convivir, a pedir consejo y a aconsejar si te lo pide sobre tu experiencia de vida, a compartir, a discutir, a pedir perdón y a perdonar, a resolver.

Si tienes a tu hija en vida da gracias a Dios por tenerla y comprometerte con El en esa responsabilidad que te ha encomendado. Permítete reconocer ante ti un pedacito de tu feminidad, la oportunidad perfecta para ver en ella tanto sobre ti, y que ella te refleje lo tuyo. Reconoce y sana, prepárate y estate lista para guiarla, fortalecerla y soltarla sin miedo al momento de volar, como aquel momento en el que tu lo hiciste. Cuida sus alas, evitando cortarlas con aquello que todavía a ti te sigue doliendo, sánalo para que ella viva y crezca libre de tus temores. Verla crecer feliz y segura será uno de tus tantos grandes logros.

Si la vida te las da atesóralas. Si las tienes y se van recuérdalas, y si no te tocaron, te invito a que aprendas a conocerte y a quererte a reconocer y a buscar. A rodearte de tías, primas, amigas, vecinas, de mujeres, que aunque no llenan por completo ese espacio, lo nutren, te ayudan. Es tu responsabilidad reconocerlo y no exigir a los demás eso que te hace falta. Dios nos dio la libertad y capacidad de amarnos a nosotros mismos y la inteligencia y determinación para buscar lo que necesitamos.

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